Izet Sarajlić


LAS MANOS

Durante cinco eternos años
ha sujetado la culata del fusil:
la mano del soldado.

Se vio obligada a rematar
la vida de su perro más fiel:
la mano del cazador.

Toda la vida cerrada
y propinando golpes:
la mano del púgil.

Toda la vida alzando
el vaso hasta los labios:
la mano del borracho.

Y ésta, la mano felíz
que desde hace veinte años
te acaricia.

Ésta es la mano felíz.

Así como Tuuli Lehtinen me habló de Tommy Tabermann, como Gianni Romoli y Ferzan Ozpetek me hablaron de Nazim Hikmet, Vuk Angjielinovic me habló de Izet Sarajlić. Izet me destroza con sencillez el pecho. Me estalla mientras camino por una calle repleta de gente que no comprende que es con alegría que lloro de belleza, porque no me cabe más.